Ya lo propone Edgar Morín en el documento "7 saberes para la educación del futuro" (Unesco 2007): finalmente, la educación debería darse a la tarea de "humanizar la humanidad"; ésto, que parece redundante y casi ilógico, se refiere a que la humanidad es más que un concepto biológico que define una especie, es una visión profundamente ética; enseñar "lo humano de lo humano", para llegar a una convivencia real, plural, pacífica. Desde tal perspectiva, la calidad es una responsabilidad, un derecho, un sello transversal, pero en ningún caso el fin último de nuestra educación. No es la calidad ni las mediciones lo que le dan sentido a la labor educativa.
Recuerdo que hace 4 años, en una conversación sobre profesores y tecnología, con Rodrigo Ponce, Director del CIE de la U. Católica de Chile, me dijo (mientras miraba por el ventanal hacia el Campus San Joaquín): "...los profesores siempre tenemos buenas intenciones y en realidad la labor real de un docente es hacer sociedad, ¿te imaginas si no hubiera educación? estos chiquillos se estarían matando entre si, andarían arriba de los árboles... sería un caos..." En ese comentario, hay una máxima ética implícita: La educación humaniza, ésto ha sido así siempre, pero ahora, esta ética comienza a perder protagonismo frente a la falta de calidad.
Fernando Montes s.j, habla desde la labor del profesor y cuestiona: ¿basta con la excelencia académica de los profesores?, ¿qué es la calidad de la educación?, ¿cuál es la vocación verdadera de una profesor, su labor más sublime? Transcribo (en realidad copio) un párrafo de la columna:
"El magisterio es más que una profesión. Formar cabalmente a un ser humano supone algo más que enseñar fórmulas matemáticas o reglas de ortografía. Por cierto, eso es necesario, pero necesitamos con urgencia forjar un temple moral, transmitir valores, formar en disciplina y hábitos de trabajo. No definimos bien en qué consiste la calidad y la definimos con indicadores insuficientes. Me parece superficial e injusto usar como única medida el Simce o la PSU. Me parece una miopía no considerar en toda su importancia las condiciones sociales, las carencias culturales, los vacíos familiares. Un maestro, presionado por todos y por los mismos padres, debe asumir hoy tareas que las familias descuidaron".
En medio de las discuciones sobre la calidad de la educación chilena, después de los anuncios presidenciales del 21 de mayo, habiéndose conformado un panel de expertos para mejorar el sistema nacional, anaunciada la reducción de unos subsectores y el aumento de otros, me preocupa hacia dónde gira nuestra educación.
Muchos estándares, muchos incentivos económico, muchas mediciones, muchos mecanismos de evaluación, ¿es ése el fin último de la educación? ¿es éso lo que mueve la labor de un profesor?, ¿la formación humana está pasando a un plano "romántico" en la ciencia de la educación?
Les dejo planteadas éstas preguntas y les invito a leer la columna que fue publicada en marzo de este año y que me inspiró.
Mejorar la Educación con una Visión de Humanidad (Fernando Montes s.j)
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